- Y eso que dices de montar… ¿tiene salidas? Vamos, ¿que si a la gente le interesa eso? No sé, además sale muy caro, ¿no?
- ¡Pues anda que no tiene que ser cansado! ¡Todo el día ahí con la azada! Estás loco… a ver, ¡enséñame esas manos! Joder macho… lo que yo te diga…
- ¿Y por qué no buscas un curro como todo el mundo?
- Pero a ver…
Con estas y otras muchas cuestiones y pegas nos hemos ido topando desde que echó a andar el Proyecto de La Madre Vieja, en los albores de este 2011, año cero de esta aventura.
Y es que La Madre Vieja es básicamente eso: una aventura. Una aventura emprendida por unos aventureros; aventureros sin miedo, con ganas de aprender a hacer bien las cosas y con una ilusión y una fe inmensa en este Proyecto por el que tanto estamos luchando, salvando adversidades cada día. Aventureros en nuestros días, sí.
Frente a los argumentos del principio, que cuestionan nuestro grado de cordura, he de decir lo que siempre digo y diré:
- Sí, totalmente en serio. ¿La carrera? Ya ves tú para lo que sirve a día de hoy y las oportunidades laborales que existen… Prefiero sembrar patatas que ser comercial y andar engañando a la gente (en el hipotético caso de conseguir un “empleo” en alguna de estas compañías, las pocas que contratan a recién titulados, eso sí: con unas condiciones pésimas.)
- ¿Salidas? ¡Claro que sí! Hay que moverse, siempre hay gente concienciada y con interés por este tipo de agricultura. Además, lo importante es hacer bien las cosas y obtener buen producto; si es así y a la gente le gusta, no debe de ser muy complicado lo de darse a conocer…
Y respecto a lo de caro… ¿tal vez lo barato sea el cultivo convencional, en el que se paga una miseria al agricultor y es otro quien llena sus bolsillos con un esfuerzo ínfimo? Y claro, si compras ecológico en grandes superficies pues te clavan, ahí siguen estando los intermediarios, que son los que siempre ganan…
No, lo nuestro no es eso, sino: venta directa, canales cortos de distribución, conocer el nombre y la cara de quien se come nuestra verdura, mantener un “diálogo en común”.
- Bueno, cansado es, pero merece la pena; tampoco es tan paliza, salvo en momentos puntuales. Además, mejor (y más feliz) aquí que en una oficina encerrado 40 horas a la semana… Y a todo esto: que las manos están para trabajar con ellas, creo…
- Porque no, porque los curros que hay son una mierda, las condiciones penosas y encima si no tienes experiencia o enchufe no hay nada que hacer; y la experiencia, como no la pintemos no sé de dónde la vamos a sacar… y aún teniéndola ni llaman…
Dicho queda.
Volviendo a la aventura, reflexiono en mis adentros sobre todos los pequeños y grandes momentos que se van acumulando y veo el corto pero intenso camino recorrido y la respuesta que obtengo de mi alma es una sonrisa acompañada de una mirada al frente.
Esta mirada está cargada de ilusión y de esfuerzo, de certezas y de dudas, de risas y de sonrisas, de confianza y de valor, de frustraciones y superaciones, de tropezones y de empujones, de buenos y malos humores y de sinceros corazones, pero, sobre todo, cargada de fuerza y convicción.
Esta aventura es toda una apuesta, un órdago a este mundo en el que nos ha tocado vivir, que nos impide desplegar las alas (que todos tenemos) en pro de nuestros sueños y nuestras inquietudes, donde ser feliz es tener un “puesto de trabajo” de 8 a 18 que nos permita afrontar los gastos de lo que nos dicen es una vida “normal” y continuar con una rutina que invade hasta anular nuestras almas y nos hace olvidar nuestras alas.
Una apuesta por el autoempleo y la realización personal, por (y con) esos valores tan necesarios y que por desgracia están tan olvidados por gran parte de la juventud, como son el Esfuerzo, el Sacrificio, el Trabajo, la Constancia, la Fe en un@ mism@, la convicción en unos Ideales, la Ilusión por la Vida, la creencia en que OTRO MUNDO ES POSIBLE, el Compañerismo, el Cariño, la Amistad, la Empatía, el Valor, el Reconocimiento de los errores y aciertos propios y ajenos, la capacidad de Crecimiento Personal y el ayudarnos entre tod@s a ser un poquito más felices cada día.
Apostamos fuerte, pero no tenemos prisa por llegar (adónde llegaremos el tiempo lo dirá…), lo importante es disfrutar del camino y saber aprender en cada instante del trayecto.
Sin prisa, pero sin pausa, con una inquietud ardiente y la mirada siempre al frente camina despacio quien va lejos.
Madrid, 25 de septiembre de 2011
Pablo (vamos, Mofli)
Cambiad el fondo, pensad en la accesibilidad de todos, que no se lee un carajo!
ResponderEliminarMil aplausos a vuestra iniciativa, majos.
- Pedro
gran escrito! y ánimo con la lucha
ResponderEliminar